La Declaración Universal de Derechos Humanos, Efemérides

Las mujeres como pilar de la Declaración de los Derechos Humanos

La Declaración Universal de los Derechos Humanos es un documento que marca un hito en la historia de los derechos humanos. Elaborada por representantes de todas las regiones del mundo con diferentes antecedentes jurídicos y culturales, la Declaración fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948 en su Resolución 217 A, como un ideal común para todos los pueblos y naciones. La Declaración establece, por primera vez, los derechos humanos fundamentales que deben protegerse en el mundo entero y ha sido traducida en más de 500 idiomas. 


El documento aloja treinta artículos que se sostienen en la idea de la dignidad humana. Tenemos el derecho de que esa dignidad que nos arrogamos en tanto que somos seres humanos sea protegida, pero también cargamos el deber de cuidarla en los demás.



Eleanor Roosevelt fue una líder nata por derecho propio. Involucrada en numerosas causas humanitarias a lo largo de su vida,  participó en temas relacionados con los derechos de la mujer, trabajó con la Liga de Sindicatos de Mujeres y el Congreso Internacional de Mujeres Trabajadoras. Además, escribía una columna en el periódico My Day (‘Mi Día’) sobre la igualdad de la mujer en el trabajo, siendo una de las precursoras del feminismo.Tras la muerte de su marido en 1945, continuó como activista en la ONU, donde ayudó a redactar la declaración universal de los derechos humanos reemplazando la frase “Todos los hombres nacen libres e iguales” por “Todos los seres nacen libres e iguales”, reconociendo de esta forma tan sutil a las mujeres.


Fue la primera vez en la historia de la humanidad en que la dignidad humana (el valor que nos damos a nosotros mismos los seres humanos por ser seres humanos y el derecho a tener derechos) encontró reconocimiento y protección jurídica. Cualquier ser humano posee unos inalienables derechos sin distinción alguna de su raza, color, sexo, religión, condición política, propiedades, nacionalidad, o país de origen.

A mí me gusta señalar que los Derechos Humanos son el cénit de la creatividad humana, una invención ética para salvaguardarnos de lo más predador de nosotros mismos.

"En definitiva, ¿dónde empiezan los derechos humanos universales? En pequeños lugares, cerca de casa; en lugares tan próximos y tan pequeños que no aparecen en ningún mapa. (...) Si esos derechos no significan nada en estos lugares, tampoco significan nada en ninguna otra parte. Sin una acción ciudadana coordinada para defenderlos en nuestro entorno, nuestra voluntad de progreso en el resto del mundo será en vano."
Eleanor Roosevelt

Conviene recordar que esos derechos fueron proclamados tras la espantosa carnicería de la Segunda Guerra Mundial, un hemoclismo (una inundación de sangre, según la acertada expresión del atrocitólogo Matthew White) de dimensiones sobrecogedoras. En 'Pensamientos arriesgados', Savater recuerda a los despistados que esos derechos «no provienen tanto de las promesas de la luz como del espanto de las sombras»

Mejoramos notablemente como especie cuando empezó a importarnos el sufrimiento del otro.

Karen Armstromg, galardonada en la última edición con el Premio Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales, que la compasión está desacreditada porque la concebimos erróneamente: «a veces se traduce por misericordia, que significa que yo estoy en una situación de privilegio y entonces siento pena por ti. Pero la compasión tiene que ver con la igualdad. Analizas tu corazón, piensas qué te haría daño y no se lo haces a otro. Esa es la regla de oro

(José Miguel Valle, Espacio Suma No Cero)

«GANAMOS FUERZA, CORAJE Y CONFIANZA POR CADA EXPERIENCIA EN LA QUE REALMENTE NOS PARAMOS A MIRAR AL MIEDO A LA CARA. DEBEMOS HACER LO QUE CREEMOS QUE NO PODEMOS»

ELEANOR ROOSEVELT

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