Emoción de marzo: Del enfado a la ira

 Cuando el odio nos mueve a la acción, sucumbimos a la ira.


El color de la imagen, ya nos traslada a un estado de ánimo.

Nos envuelve de enfado, rabia, cólera, furia...

Aprendimos que la ira es velocísima, que te domina y se va casi sin que te des cuenta. Y que suele apoderarse de nosotros en situaciones que consideramos muy injustas o que atentan contra nuestro bienestar.

Y entonces, el emocionario nos plantea una importantísima pregunta: “¿La ira es útil?”. Pues en una sociedad civilizada, no; porque es una emoción que no te deja pensar. Reflexionamos muchísimo con esta frase, y la repetimos muchas veces. Y llegamos a la conclusión de que cualquier cosa que no nos dejara pensar, no debía ser muy adecuada. La ira nos hace reaccionar como un animal que es atacado por otro. Y como no vivimos entre animales salvajes, nuestras malas reacciones nos suelen meter en problemas. Esta fue otra de las frases en las que hicimos hincapié. Por tanto, tenemos que evitar que la ira tome el control mientras estemos a tiempo, por ejemplo, al sentir un poquito de irritación.


La
 ira o enfado son emociones que se experimentan cuando percibimos que han invadido nuestro territorio o nuestros derechos. Como cualquier emoción, el enfado implica cambios a tres niveles:

  • Fisiológico (aumento de la frecuencia cardíaca o la presión arterial).
  • Pensamiento (puede haber mezcla de ideas confusas sin dejar ver las cosas claras).
  • Conducta (hacer las cosas fuera de control). 

Sentir rabia es normal y, de hecho, tiene una función. La rabia sirve para defendernos y si la gestionamos bien puede ayudarnos a enfrentarnos a situaciones que consideremos injustas, ante las cuales quizás nos inhibiríamos si no sintiésemos el enfado.

 El problema no es la emoción, sino el  comportamiento que puede estar asociado. Se puede permitir el enfado, pero no cualquier comportamiento (por ejemplo, agresiones verbales o físicas). Por ello, es importante poner límites y enseñar a gestionar el enfado y resolver conflictos de forma sana. 

 La forma en que se manifiesta el enfado varía en función de la edad y el desarrollo: en la primera infancia, los niños ya comienzan a reprimir los impulsos de agresión física. En edad de preescolar aprenden a identificar las emociones básicas y empiezan a usar palabras para expresar sus sentimientos, aunque muchos aún recurren a conductas agresivas, como golpear a otros.

 Poco a poco irán adquiriendo más habilidades verbales y capacidades para expresar su enfado con palabras en lugar de hacerlo físicamente. En la adolescencia puede haber nuevas preocupaciones y retos, como el deseo de independencia e intimidad, unido al aumento de las exigencias académicas y sociales. En esta etapa algunos adolescentes tienen dificultades para manejar su enfado y presentan descontrol de impulsos, mientras que otros pueden mostrarse muy inhibidos y retraídos. 

Ficha de Trabajo de la Ira


Escuchemos la composición: Fantasía y fuga sobre el nombre de Bach. Litsz


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