Periodo de adaptación en el aula de 3 años












Hablar de el " tránsito de la familia a la escuela"  es hablar y escribir de un momento único, especial y en ocasiones duro (así lo titula el maestro de maestros Cristobal Gómez Mayorga en su artículo: La conquista del espacio. El periodo de adaptación  y que inspira estas palabras)    


El proceso de adaptación a la escuela de los niños y niñas, que se separan de sus familias por primera vez, es muy complejo, ya que supone la elaboración y la aceptación, no siempre voluntaria, de una nueva situación que lleva emparejada pérdidas y ganancias. 

 La autonomía es un objetivo a muy largo plazo, y necesita de la seguridad de sí mismo en todo momento. Alejarse de  los padres y madres, para ir cogiéndose  a otro lugar y personas. Cuando a los 5 años ya se establecen amistades con los iguales más permanentes, es posible ir soltándose del cordón umbilical. Este tránsito se debe realizar en un ambiente cálido y amoroso. Esto no está reñido con el establecimiento de normas y responsabilidades. El deseo individual tiene su límite en el deseo de los demás. Este es el origen de la aceptación de las normas sociales y es el camino que va del egocentrismo a la socialización efectiva.

Los rituales afectivos: canciones y juegos nos ayudan en el aula a aprender a disfrutar participando con los compañeros. El cantar en grupo es un ritual de catarsis colectiva, igual que lo son las actividades junto a los espacios afectivos: rincones de juego (cocinita, construcciones, biblioteca, peluquería, maletín de doctores, disfraces...) son espacios para dar seguridad, jugando a ser para crecer. “El jugar” nos define tanto como seres humanos como “el hacer“, “el saber” y “el saber que sabemos”. No solo es universal la tendencia a y la necesidad de jugar de las criaturas de cualquier cultura, a cualquier edad, también el
modo de hacerlo. Muchos juegos son compartidos por pueblos entre los que no existe
una influencia cultural concreta ni una comunicación probada. El juego como realidad
antropológica es una constante intercultural de la especie humana. Las criaturas esperan
de nosotros que juguemos más y compremos menos juguetes, y que descubramos la
diferencia entre “instruir deleitando” y “aprender jugando”. 




Necesitamos de narraciones que organicen la realidad (Bruner, 1997). En estas edades es el cuento el que, de forma idónea, acopla la realidad al pensamiento del niño. En los cuentos se resuelven, de forma simbólica, las preocupaciones del alumnado en estas edades. 

Las sustancias afectivas, materiales para la calma.

Llamamos sustancias afectivas al agua, al barro, la tierra, la plastilina, la pintura, etc. Estas sustancias son imprescindibles en un aula de infantil y sobretodo en el periodo de adaptación. Los niños con más dificultades se tranquilizan cuando tocan pintura, barro o agua con sus manos. Igualmente funciona tocar caracoles o lombrices de tierra. Hay algo en lo viscoso que obra milagro en el comportamiento de los niños y niñas con más dificultades.

 Los muñecos y peluches que tenemos en la casita cumplen esta función de objetos en los que los niños y niñas se proyectan, mientras los cuidan, consuelan, obligan a comer, etc. 











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