Día Internacional de la Democracia

La Asamblea General de las Naciones Unidas decidió observar el 15 de septiembre Día Internacional de la Democracia. El 8 de noviembre de 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución 62/7 decidió observar el 15 de septiembre Día Internacional de la Democracia. "El Día Internacional de la Democracia proporciona una oportunidad de examinar el estado de la democracia en el mundo. La democracia es tanto un proceso como una meta, y sólo con la plena participación y el apoyo de la comunidad internacional, los órganos nacionales de gobierno, la sociedad civil y los individuos puede el ideal de democracia tornarse en realidad para ser disfrutado por todos, en todos lados.
Los valores de libertad y respeto por los derechos humanos y el principio de celebrar elecciones periódicas y genuinas mediante el sufragio universal son elementos esenciales de la democracia. A su vez, la democracia proporciona el medio natural para la protección y la realización efectiva de los derechos humanos. Esos valores se han incorporado en la Declaración Universal de Derechos Humanos han sido elaborados aún más en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que consagra una multitud de derechos políticos y libertades civiles en que se basan las democracias significativas.


El nexo entre democracia y derechos humanos figura en el artículo 21 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que establece:
«La voluntad de la población debe constituir la base de la autoridad de gobierno; ello se expresará en elecciones periódicas y genuinas que serán mediante sufragio universal e igual y se celebrarán por voto secreto o por procedimientos de votación libres equivalentes».
Los derechos consagrados en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y en instrumentos de derechos humanos posteriores que abarcan los derechos de los grupos(por ejemplo, los pueblos indígenas, las minorías, las personas con discapacidades) son igualmente esenciales para la democracia habida cuenta de que garantizan la distribución equitativa de la riqueza, y la igualdad y equidad con respecto al acceso a los derechos civiles y políticos".



Uno de los pilares de la Escuela Democrática, en nuestro país, desde la Transición es el de Educar en valores cívicos y democráticos para contribuir al desarrollo creativo personal, despertando en los estudiantes  una actitud crítica y de respeto hacia su realidad más cercana. El término democracia proviene del griego “demokratia”, que significa gobierno del pueblo, al derivarse de las palabras griegas “demos” y “kratos”. Aunque etimológicamente la democracia quiere decir el poder del pueblo, desde un enfoque filosófico es un sistema sociopolítico y económico de hombres libres e iguales, ante la ley y en las relaciones sociales en la vida ciudadana. Desde el punto de vista del individuo como tal es una forma de convivencia con relaciones igualitarias entre los hombres, que implica la libertad de elegir las propias acciones sin restricción o sometimiento, y la igualdad entendida como la aceptación de cada persona independientemente de su credo, color, raza, etc., y a la diversidad como uno de los pilares de su concepción. De igual manera implica la solidaridad, la justicia y la equidad como parte integral de su definición más general. a democracia tiene su expresión en todos los estratos del devenir humano, y es por ello que la convivencia organizada y tranquila en el aula es condición indispensable para un normal desarrollo de la vida en el centro infantil. Ello determina una responsabilidad que no solamente han de asumir los maestros sino también los niños y las niñas, que han de poner cuidado y atención en lo que hacen o deciden, dentro de normas que son generales y aplicables a todos. Por supuesto esto implica dos cosas importantes: Una, que las normas democráticas sean apropiadas a las particularidades de la comprensión y comportamiento de los niños y niñas de estas edades tempranas, y dos, que sean de estricto cumplimiento, por lo que se está obligado a responder de ciertos actos y acciones cuando tales normas son transgredidas: la democracia implica libertad pero no libertinaje.


El niño o la niña de la primera infancia no nacen demócratas, sino todo lo contrario, así en la fase inicial de su desarrollo psicológico son egocéntricos, controladores, creen que el mundo gira alrededor de ellos, y que, por lo tanto, se lo merecen todo, para cual incluso pueden hasta utilizar la fuerza y la demanda psicológica. Por tanto, hay que enseñarles a ser demócratas, y sustituir la conducta egocéntrica por patrones democráticos de comportamiento.

Por ello, dadas las posibilidades de la edad hay que motivarles a que pongan cuidado y atención en lo que hacen, enseñarles los pasos de las normas que han de cumplir, y elogiarles cuando lo hacen, o en su defecto, llamarles la atención sobre su incumplimiento cuando ello sea así. Esto se ha de trabajar durante cualquiera de las actividades que se realizan en el aula, y no convertirlo en un decálogo de acciones a cumplir ajeno a las actividades de su vida cotidiana. Para ello es indispensable que ellos asuman el cumplimiento de las normas como un compromiso propio, y no como algo que se les impone como símbolo de autoridad. Las normas han de ser interiorizadas por decisión propia, y no impuestas desde afuera, si bien es esperable que, dadas las características de la edad infantil los incumplimientos puedan ser relativamente frecuentes.



La historia en pro de la consecución del derecho al voto de las mujeres es uno más de los episodios que jalonan la larga y cruenta lucha por la extensión de los derechos civiles para todos los individuos. El sufragio universal sería finalmente recogido en todas las constituciones democráticas a lo largo del siglo XX, pero los autores de esta novela gráfica se retrotraen a uno de los momentos álgidos de la lucha sufragista, cuando en la Inglaterra eduardiana la activista Emmeline Pankhurst, tras ver frustrada su moderada estrategia vindicativa inicial, funda la Unión Política y Social de las Mujeres (1903), con la esperanza de que la fuerza del colectivo diera un impulso definitivo al movimiento sufragista, como de hecho ocurriría. Para ello fue necesario que mujeres de toda condición arriesgaran su reputación e integridad física en actividades subversivas, provocando un estallido social que obligó a los políticos del momento a escucharlas y reconocer su derecho al voto. Esta es la historia de una de ellas, Sally Heathcote, personaje ficticio que bien podría representarlas a todas. Interesante y necesaria propuesta.


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